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Un obstáculo llamado a recoger para una buena “rumba”

  • Foto del escritor: Juan Felipe Parra Rosas
    Juan Felipe Parra Rosas
  • 8 abr 2019
  • 2 Min. de lectura

Los códigos de vestimenta de los bares, una construcción arcaica que viola la libertad de expresión, la igualdad y el derecho a la recreación.


Al momento de salir de fiesta generalmente pensamos en ir a los sitios clásicos y de gran acogida por el público, ya que seguramente esos bares se han ganado esa reputación por un ambiente único, buena música y una energía particular que muy pocos podemos explicar. Sin embargo, puede llegar a volverse un martirio salir de “rumba” a estos sitios, ya que en muchas ocasiones se tiene que pensar con anterioridad en el outfit para evitar ese molesto “usted no puede ingresar así vestido”, siendo una frase recurrente por los vigilantes de las entradas que no permiten el ingreso a estos sitios.


Lo anterior, es la materialización de los códigos de vestimenta que tienen los establecimientos dedicados a estas actividades, los cuales si se miran bajo una óptica crítica no tienen ningún fundamento constitucional y contravienen directamente los derechos fundamentales de las personas, ya que sus criterios para determinar si se cumple o no con la vestimenta adecuada son subjetivos, generando que las decisiones sean contrarias al derecho fundamental de la igualdad quedando al arbitrio de un tercero que en muchas ocasiones es el vigilante de la entrada , “todo un experto”.


Además, estos códigos de vestimenta terminan siendo la razón mayoritaria en la cual se cimienta ese peligroso derecho de admisión que recae sobre los bares, entendiendo que estos establecimientos de comercio toman decisiones arbitrarias y se escudan bajo la forma de vestir de las personas, en donde la verdadera razón puede llegar a ser la orientación sexual, la raza y la cultura entendiendo que la manera en la cual se viste un individuo exterioriza todos estos ámbitos de su personalidad.


Las decisiones son contrarias al derecho fundamental de la igualdad quedando al arbitrio de un tercero que en muchas ocasiones es el vigilante de la entrada , “todo un experto”.

De igual manera, la decisión de los bares de no dejar entrar a las personas por su forma de vestir genera que en muchas ocasiones la noche no termine como fue planeada (ya sea para bien o sea para mal) , generando así una violación al derecho a la recreación, siendo un derechos humano que ha sido aceptado dentro del ordenamiento jurídico internacional y nacional.


Por último, no cabe duda que los códigos de vestimenta en los bares están llamados a recoger, no solo por las contradicciones que existen con los derechos humanos, sino también por otras razones de fondo como lo son el cambio generacional de los clientes que frecuentan estos sitios, la gran oferta que existe en esta actividad y el concepto de fiesta que gracias a la diversidad de música y ambientes deja a libertad de las personas la manera en la que se quieran vestirse para estas ocasiones.





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