


Blusa y falda de lentejuelas de Carolina Estefan.
Desde diciembre de 2018 he intentado escribir esta editorial, que ha llevado a que reevalúe mi comprensión de la moda. Cuando se la planteé a nuestro fotógrafo, el concepto que utilicé fue “quiero mostrar la fragilidad de la industria de la moda”, y desde ahí construimos una idea que nos guió a la hora de hacer la parte gráfica de la editorial. Pero entonces, cuando me senté a escribir por primera vez, veía un título y un concepto que no lograba hilar con lo que quería decir y por más que intentara, no podía organizar en mi mente.


Pantalón de Carolina Estefan, blusa, riñonera y chaleco de Reilier Transform, anillo y aretes de Bloem Jewelry.
Todo esto venía pasando hasta la semana pasada, cuando la noticia de que Bernard Arnault, presidente de Louis Vuitton Moët Hennessy, el conglomerado de lujo dueño de casas como Louis Vuitton, Marc Jacobs, Dior, Celine y Givenchy, es ahora un ‘centibillonario’ me animó a por fin escribir este texto, la editorial que acompaña la sesión de fotos que realizamos en 2018 basándonos solo en el concepto de fragilidad.

¿Qué relación parece tener una industria que vale aproximadamente 2.4 trillones de dólares con la fragilidad? La acción de LVMH en €368.80 podría indicar que ninguna, sin embargo esa era la palabra en la que primero pensaba cuando me preguntaban por la industria de la moda. Sus colecciones cambiantes, las tendencias que van y vienen y sus influenciadores que pueden cambiar de un día a otro parecían ser argumentos suficientes para escribir sobre la aparente fragilidad de una industria que para algunos logra democratizar el arte.



Blusa de Reilier Transform, accesorios de Bloem Jewelry.
Sin embargo, siete meses después, aquí estoy, aún buscando cómo argumentar la fragilidad de la moda y de explicar por qué está en nuestras manos fortalecerla a nivel regional y promover una identidad propia en el diseño colombiano. Iba a escribir que la falta de nuevas caras y de actores en el panorama de la industria era contraproducente, y Rihanna, nuestra amada Rihanna, lanza, de la mano de LVMH, su marca Fenty. No es la primera vez que un artista colabora para tener una línea o marca propia, sin embargo es la primera vez que esta simboliza un hito en la industria y que representa algo que no muchos se atrevían a decir, la industria está cambiando.



Blusa y blazer de Reilier Transform, accesorios de Bloem Jewelry.
Todas las evidencias de fragilidad que quería exponer, y que en un momento inspiraron la sesión de fotos, iban y venían a lo largo de estos siete meses y entonces me tuve que preguntar ¿de qué está hecha la industria?, nosotros, los que miramos desde afuera, deseosos de entrar ¿hacemos parte de ella?, ¿si la industria es débil, los que la componen también lo son?
Pasaron siete meses y aún no hay respuesta a esas y muchas más preguntas. La frase “en la moda un día eres alguien y al otro no” empezó a rondar por mi cabeza y nuevamente retomé mi cacería de argumentos que defiendan la premisa inicial de esta editorial, ni los más grandes diseñadores son eternos, pero Coco Chanel celebra cada vestido negro, no nos cansamos de ver a Manolo Blahnick en Netflix, y en la vitrina de Zara hay vestidos que evocan la época del Charleston y Al Capone.
Otro argumento que pierde esta batalla.


Blusa de Carolina Estefan y falda de Reilier Transform.




Blusa de Carolina Estefan, falda de Reilier Transform, aretes y cadena de Bloem Jewelry
Si entonces no es una industria débil, ¿por qué apostarle a un futuro en ella suena descabellado? La batalla entonces se volvió personal, íntima y propia.
Tal vez la industria no es débil.
Tal vez la débil soy yo.

Kimono de Carolina Estefan y vestido de Reilier Transform.


Modelo: Nicole Fonseca
Fotografía y postproducción: Arnold González
Video: Nicolás Achury
Dirección de arte: Camila Vargas
MUA: Milena Walteros
Editora de moda: Laura Saade
Asistente de producción: Gabriela Rodríguez
Especial agradecimiento a:
Carolina Estefan
Reilier Transform
Bloem Jewelry
Papeles Tunal S.A.S
Manuel Beltrán